Caminaba por el parque La Carolina, el sol de la tarde se filtraba detrás de un puente, creando un hermoso contraluz que no podía ignorar. Me detuve al notar cómo las siluetas de las personas se recortaban perfectamente contra el agua y la luz, ofreciendo una oportunidad única para capturar momentos cotidianos desde una perspectiva casi cinematográfica.
Me quedé allí, observando y fotografiando a cada individuo que pasaba: ciclistas, caminantes, algunos distraídos, otros perdidos en sus pensamientos. Cada imagen narra una pequeña historia en ese escenario simple pero dramático, resaltado por el contraste entre la oscuridad de las siluetas y la luz brillante. Fue un ejercicio en paciencia y observación, buscando la belleza en lo efímero de cada paso sobre el puente.